viernes, 7 de mayo de 2010

El día que no tocaba el suelo

Me he levantado melancólica hoy, llevo unos días así en realidad. A ratos. Supongo que tiene que ver con el abismo que tengo delante en mi vida.

Lo malo de la melancolía es que piensas en cosas que creías que habían quedado atrás e, inevitablemente, echas de menos a personas. Concretamente a una persona, en mi caso. La echo de menos, por supuesto, porque mi mente me traiciona y solo recuerdo las pocas cosas buenas que me aportó y los escasssssssísimos momentos en que me hizo sentir como la prota de una peli de instituto americana. A este ser, puestos a poner pseudónimos, le hubiera pegado llamarse hijodeputamamonazomentirosodemierdaeslabónperdidomental Gilipollas, así que así le voy a llamar.

Puede que yo esté ligeramente resentida y que a día de hoy mi único sentimiento hacia él sea el anhelo de que se le active alguna de las enfermedades venéreas que debe tener latentes y se le caiga el miembro a cachos, pero por lo demás lo llevo bastante bien. De hecho, no me apetecía dedicarle ningún post, pero hoy no puedo evitarlo porque he escuchado una canción que me ha recordado uno de esos momentos de estupidez maripositas, de creer que todo es posible, que la justicia divina funciona mejor que la terrenal y que el amor is in the air.

Hace muuuuucho, muuuuucho tiempo en una de nuestras idas y venidas, Gilipollas decidió que debía reconquistarme, porque yo era lo más grande que había en el mundo después de su santa madre tenía tanto amor que no le cabía en el pecho, nadie podía hacerle tan feliz como yo y, por supuesto, bajo la coyuntura de que él había madurado. Yo estaba un poco incrédula porque no era la primera vez que me la jugaba (ni fue la ultima). Pero bueno, voy a al recuerdo bonito, que de lo malo paso. Yo, en un ataque de "darme a valer" (concepto en sí que me repugna, pero con esto ya me explayaré en otro momento) rechacé su compañía por una noche y me fui con unas amigas a una fiesta. Y claro, las cosas que pasan cuando no estás haciendo lo que realmente te apetece... Te pones incoherente y esperas que la otra persona haga cosas que tú previamente le has insinuado que no haga. La conversación de este día fue, palabra arriba palabra abajo, así:

Gilipollas: Jo, Canixa! Vamos a vernos, que me apetece mucho echar un polvo estar contigo!!
Canixa: No te pongas pesado, que te he dicho que he quedado con estas tías y yo soy una mujer fuerte e independiente que no necesito estar pegada a tu culo todo el rato (traducción: a mi me apetece máaaaas, pero es que mis amigas dicen que soy una arrastrada y que tú eres un cabrón)
Gilipollas: Bueno, yo salgo también con mis colegas y luego te recojo y nos vamos juntos a zumbar casa...
Canixa: Joder Gilipollas, que pesadito estás! Te he dicho que mañana nos vemos. Me voy que llego tarde, si eso hablamos. (traducción: porfa, porfa, aparece en tu caballo blanco sin que yo me lo espere y me llevas al fin del mundo a contar constelaciones y mirarnos a los ojos!!!)

Cuando llevaba un rato prudencial en la fiesta y veía que ni Gilipollas, ni el caballo aparecían decidí bajarme las bragas y mandarle un mensaje. Uno de esos graciosos que mando yo, porque no soy muy de pasteleo y me cuesta decir cosas bonitas y expresar sentimientos:

SMS-Canixa: Salir,bbr,el royo d smpre...

A lo que Gilipollas para mi sorpresa, porque él era muy de dejarme horas esperando cualquier tipo de respuesta, me responde inmediatamente:

SMS-Gilipollas: Mtrm mil rayas,ablar cn l gnt...yegar a la cama y jodr q warrada sin ti!!

El cielo empezó a ponerse de mil colores, las estrellas cayeron a mis pies y me rodeó una bandada de pájaros cantores que coreaban: "Tú, harta de tanta duda, yo de preguntarle al viento, tú...". Y fui feliz.

Cuando comprobé que en esa fiesta no hacía nada más y me arrepentí del todo de hacerle caso a mis amigas (que a ellas tampoco es que les fuera muy bien con los hombres) me fui a casa. Por el camino tenté a la suerte y te mande otro sms:

SMS-Canixa: Pa casa,sto es un muermo.Pasatlo bien!Bss

No hacía ni media hora que había llegado a casa cuando sonó el timbre. Estaba casi dormida y estuve a punto de abrirme la cabeza con la mesita de noche.

Canixa: Quién coño es a estas horas?

Por supuesto, ni en lo más profundo de mi mente me podía plantear que la respuesta fuera la siguiente:

Gilipollas: Soy yo Canixita, ábreme!

Rectifico: aquí fui feliz. Fue una de las escasas ocasiones en las que Gilipollas hizo exactamente lo que yo quería que hiciera.


Y estaría guay poder decir ahora que fuimos felices y comimos perdices, pero nada más lejos de la realidad. Creo que tardó una semana en jugármela. Aún así me gusta acordarme de lo a gustito que me sentí aquella noche y como, por un momento, creí que el amor existía.

PD1: A lo mejor no fue exactamente, exactamente así. Pero sí lo esencial y ¡que coño! mis recuerdos los adorno como quiero.

PD2: Con el tiempo me enteré que esa noche había estado intentando ligar insistentemente con una conocida común y cuando ella lo mandó a freír monas (chica lista) vino a buscarme. Pobre ilusa!

2 comentarios:

Lorena dijo...

Creo que esto nos ha pasado a todos alguna vez en la vida...

Canixa dijo...

Gracias por tu apoyo Lorena! Cuando hay que empezar a preocuparse es cuando te pasa repetidamente...